La maternidad subrogada es un tema que despierta interés y debate, pero también está rodeado de mitos que pueden generar confusión o desinformación. A continuación, desglosamos algunos de los mitos más comunes y las realidades que los contradicen, con el objetivo de informar y arrojar luz sobre esta práctica.
Realidad: Aunque las leyes sobre maternidad subrogada varían considerablemente entre países, no es una práctica ilegal en todas partes. Hay países como Colombia Estados Unidos, México, entre otros, que tienen marcos legales claros que regulan y permiten la maternidad subrogada, asegurando la protección de todas las partes involucradas. En contraste, hay otros donde la práctica no está permitida o carece de regulaciones adecuadas.
Realidad: Si bien el aspecto económico puede ser un factor en algunos casos, la mayoría de las mujeres que deciden ser gestantes lo hacen por razones altruistas. Muchas gestantes mencionan el deseo de ayudar a otras personas a cumplir su sueño de formar una familia como su principal motivación.
Realidad: En los acuerdos de maternidad subrogada, la gestante no tiene derechos legales sobre el bebé. Antes de que comience el proceso, se establecen contratos legales que dejan claro que los padres intencionales son los únicos responsables y legales del niño. Estos contratos protegen tanto a la gestante como a los padres intencionales.
Realidad: Si bien pueden surgir problemas legales en contextos donde las leyes no están claras, la mayoría de los casos de maternidad subrogada se desarrollan sin conflictos legales cuando se realizan en países con marcos legales definidos. Los contratos detallados y la asesoría legal adecuada garantizan que todas las partes estén protegidas.
Realidad: Los estudios han demostrado que los padres intencionales forman vínculos emocionales fuertes con sus hijos desde el momento del nacimiento, igual que en los embarazos tradicionales. El deseo de ser padres y la participación activa en el proceso de subrogación refuerzan esta conexión.
Realidad: Muchas gestantes experimentan una profunda satisfacción emocional al ayudar a otra familia a cumplir su sueño de ser padres. A menudo, sienten un sentido de orgullo y alegría al saber que su acto de generosidad está transformando vidas. El apoyo emocional, el seguimiento adecuado y la conexión con los padres intencionales durante todo el proceso hacen que la experiencia sea enriquecedora tanto para la gestante como para la familia que recibe al bebé. Para muchas, es un acto de solidaridad que les da un sentido de propósito y gratificación.