La transferencia de embriones es uno de los pasos finales y más importantes del proceso de fertilización in vitro (FIV) y gestación subrogada.
Después de días de preparación, fecundación de los óvulos y desarrollo de los embriones, es en este momento cuando la esperanza se materializa en una etapa decisiva.
Comprender cómo funciona esta fase puede ayudar a los pacientes a sentirse más seguros y preparados.
Antes de la transferencia embrionaria, es fundamental que el útero de la mujer gestante se encuentre en condiciones ideales para recibir el embrión y permitir la implantación.
Para ello se administran a la mujer receptora medicamentos hormonales para preparar el endometrio, el revestimiento interno del útero, que debe estar grueso y sano.
Durante el tratamiento, se realizan exámenes de ultrasonido y pruebas hormonales con regularidad para garantizar que el útero esté listo para la transferencia.
La punción folicular, también conocida como punción ovárica, es la intervención quirúrgica en la que se extraen óvulos del ovario para poder fecundarlos posteriormente en el laboratorio.
Este proceso quirúrgico es sencillo y consiste en pinchar el folículo y aspirar el líquido interno, en el que se encuentran los óvulos. Posteriormente, este fluido es analizado en busca de óvulos.
La punción de ovario dura entre 15 y 30 minutos y se realiza con una ligera anestesia. Además, el paciente podrá regresar a su domicilio el mismo día, ya que no requiere hospitalización.
Luego los óvulos obtenidos de una donante de óvulos o de la futura madre, serán fertilizados en el laboratorio.
A los cinco días, los embriones se han desarrollado a blastocistos, y el médico utilizará distintas técnicas para elegir a los embriones más viables (analizando su morfología, mediante estudio de PGT, etc).
Seleccionado los embriones más viables y sanos, se programará la transferencia de uno o más embriones a la mujer gestante.
En la gestación subrogada, la futura madre o los futuros padres no recibirán la transferencia de embriones, sino que será la mujer gestante quien recibirá en su útero los embriones, y gestará al bebé de los futuros padres o comitentes.
La transferencia de embriones es un procedimiento relativamente sencillo e indoloro. Durante el procedimiento, se inserta un catéter delgado en el útero a través del cuello uterino, y se guía cuidadosamente al embrión hasta el lugar apropiado en el endometrio.
Todo el proceso sólo lleva unos minutos y generalmente no se requiere sedación. Tras el procedimiento, el paciente puede descansar un breve periodo antes de volver a sus actividades habituales, aunque muchos expertos recomiendan reposo y cuidados extra en los días siguientes.
Tras la transferencia de embriones a la mujer gestante, comienza el periodo de espera, que suele durar de 9 a 14 días.
Este periodo es fundamental, ya que el embrión necesita implantarse en el endometrio para que se pueda confirmar el embarazo.
Durante este tiempo, el apoyo emocional es extremadamente importante ya que la ansiedad puede ser intensa. Algunos médicos recomiendan limitar la actividad física intensa y seguir pautas específicas para optimizar las posibilidades de implantación.
Tras el periodo de espera, se realiza una prueba de embarazo para comprobar el éxito del tratamiento.
Este periodo de espera suele llamarse BETAESPERA.
La transferencia de embriones representa una fase crucial, pero no garantiza el embarazo. Las tasas de éxito varían dependiendo de factores como la edad del paciente, la calidad de los embriones y la salud general.
Es fundamental estar preparado para cualquier resultado y recordar que, en muchos casos, pueden ser necesarios múltiples ciclos de FIV. El equipo médico estará al lado del paciente en cada etapa, ofreciéndole apoyo y orientación.
La transferencia de embriones es un proceso lleno de esperanza y posibilidades. Con el apoyo médico adecuado y el conocimiento de cada etapa, los pacientes pueden sentirse más preparados para afrontar los desafíos y alegrías que trae este camino de la gestación subrogada.